Marilú Arriaga, una de las primeras habitantes en llegar a la colonia es una ciudadana que ha luchado por proteger la naturaleza de Cultura Maya sembrando árboles, plantas y dándole de comer a los animales que llegan. Ella desea un espacio más sano, máquinas para hacer ejercicio, juegos para niños y más áreas verdes para que el lugar sea más atractivo para la gente. Está convencida de que así puede disminuir el nivel de inseguridad y se podría crear una comunidad donde todos participen y ayuden a seguir cuidando el lugar.

En otras zonas cercanas al parque encontramos a mujeres como Beatriz Armenta, la cual trabaja en un mercado. Desde su perspectiva y experiencia, las mujeres que trabajan en ese mercado han logrado crear comunidad apoyándose las unas a las otras. Aunque no ha vivido el problema de la inseguridad tan de cerca, sabe que existe y que entre todos deben hacer algo para que la colonia sea más segura.

Una madre de familia llamada Gloria Vázquez vende frituras afuera de una secundaria en la hora de salida. Su hijo asistía a esa escuela y entonces decidió que era un buen lugar para trabajar. La comunidad de mujeres con la que ha interactuado son las otras madres de familia de la escuela que se reúnen para hablar de los problemas que existen y de eventos dentro de la institución. Todos los días pasa por el parque y piensa que la inseguridad es causada por falta de policías en la zona.