Hace muchos años, para algunos estudiosos entre 200 a. C. y 200 d.C., un volcán, que hoy conocemos como Xitle, por su raíz procedente de la palabra nahuatl Xitli (ombligo), hizo erupción en las orillas de la Cuenca de México, su actividad fue corta pero contundente. Su lava alcanzó grandes extensiones, aproximadamente, unos 70 kilómetros cuadrados y su espesor fue profundo. Esta erupción produjo cambios fuertes en el entorno natural y los pobladores de aquel momento quienes tuvieron que abandonar la ciudad, donde con el tiempo, también se formaron amplias extensiones de pedregales. En buena parte de esos pedregales en el Ajusco Medio, muchos años después, se formaron las microhistorias que aquí leerán.